En 1935, Walter Benjamin publicó La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, anunciando una nueva época para el arte en la era industrial. El desarrollo tecnológico de la fotografía, en particular, cambió radicalmente las posibilidades de producción artística. Benjamin planteó que la pérdida del aura del objeto de arte único, junto con la implementación de capacidades técnicas modernas, provocó cambios sustanciales en la forma en que abordamos y entendemos el arte. Esta nueva circunstancia permitió abrir el campo del arte al juego y a la exploración de materiales industriales producidos en masa, y a su reinterpretación. Desde entonces, muchos artistas han despojado a la obra de arte de su pretensión de ser una pieza única, hecha a mano y sagrada a través de las posibilidades que ha brindado una elección ilimitada de medios.
En la década de 1960, los bienes de consumo o sus copias reconocibles se veían en todas partes en el arte. Esta libertad creativa permitió a los artistas convertirse en comentaristas críticos de la cultura, pero también condujo a la mercantilización del arte. Y aunque cualquier objeto podría ser designado como arte por el artista, esta selección dependía de los factores históricos y contextuales dentro del circuito del arte. Los objetos encontrados y transformados en obras de arte contienen muchas asociaciones las cuales pueden generar diversas reflexiones en el espectador, involucrándolo como participante activo en la decodificación del mensaje. Al utilizar materiales como escombros, juguetes o talismanes, los artistas activan imaginarios culturales personales y globales para producir deseo o nostalgia. Hoy, el impulso nostálgico es una tendencia que se puede ver en la producción artística y el movimiento hacia la interdisciplinariedad en general. 1
El estudio de la cultura material ha ganado terreno en los últimos 20 años, con investigadores de una variedad de disciplinas que coinciden en que “los artefactos están implicados en la construcción, mantenimiento y transformación de las identidades sociales”; y los artistas tienen una gran influencia en la construcción de éstas y los medios por los cuales son cuestionadas. 3 Si bien en la superficie estas obras parecen revelar aspectos de lo mundano a través del uso de materiales cotidianos, también pueden abrirse para ofrecer meditaciones más profundas sobre la cultura contemporánea. Incluso si el ingenio y la inmediatez son sus estrategias más utilizadas, los artistas que trabajan con objetos cotidianos poseen la capacidad de evocar hechos y ficciones a través de los objetos mismos o los escenarios que proponen. Más aún, su interpretación variará cada vez que se vea el trabajo, ya que la memoria individual dictará nuestra asociación o falta de ella con la obra de arte. Esta capacidad es lo que hace que el arte contemporáneo sea inagotable.
Texto de Cindy Peña, asistente curatorial, Museo Jumex.