La práctica de Rivane Neuenschwander, que trabaja con una amplia variedad de medios, relaciona múltiples historias del arte –popular, folclórico y bellas artes– con la producción cotidiana. Su trabajo permite que fuerzas autónomas influyan en su práctica, en la de otras personas y en la de actores no humanos como los animales o el medio ambiente. A menudo colabora con las comunidades vecinas para explorar las relaciones afectivas. En uno de sus primeros proyectos participativos, que dio lugar a la instalación Quarar, trabajó con chicas adolescentes que se reunían a diario para hablar de sus sueños, deseos, intimidad y comodidad, desviando la atención de los traumas relacionados con la falta de hogar. Quarar, término brasileño para referirse al secado de la ropa al sol, también simboliza la curación y la restauración. Los materiales domésticos y el ritual de lavado con agua de mar se convirtieron en actos de limpieza física y emocional.